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Una súper producción de Alejandro Gou para la que no se han escatimado recursos. Poner en números los alcances de este proyecto ayuda a dimensionar su magnitud: la escenografía consta de 1,125 metros cuadrados que pesan un total de 11 toneladas.
El elenco, conformado por 44 cantantes, bailarines y actores, es una de las cartas más fuertes de este regreso a la cartelera nacional. Se encontrará por corta temporada una constelación de 7 estrellas de la escena musical de México: Erik Rubín, Beto Cuevas como Jesús, María José, Leonardo de Lozanne, Kalimba, Yahir y el regreso al teatro de Enrique Guzmán como Herodes.
La anécdota en que se basa la obra es de todos conocida: la última semana en la vida de Jesús al lado de los discípulos y su seguidora María Magdalena. Sin embargo, la gran fuerza de oposición está representada por el agudo Judas, quien narra la historia desde su punto de vista. La perspectiva de Judas está regida por la crítica hacia un líder que mueve a las masas a través de una filosofía basada en el amor al prójimo y el perdón. Convenientemente, uno de los valores agregados de este discurso es que, sin alterar la esencia de los personajes ni el orden de las escenas, se apuesta por una visión contemporánea. Ahora la acción inicia en una gran urbe de nuestro tiempo inmediatamente después de que ha sucedido una catástrofe. La humanidad debe unirse y emerge la figura de un líder que promueve un mensaje sobre la bondad. Sin embargo, los intereses de ese hombre no necesariamente son convenientes para la cúpula política. Aún cuando Jesús es confrontado por la alta esfera del poder representado por dos gobernantes (Poncio Pilatos y el Rey Herodes), éste no cesa en la promoción de una encomienda divina basada en la proclamación de la paz entre la humanidad.
