Por Álvaro Cueva, Milenio, 19 de julio, 2019.
Histórica. La puesta en escena que tenemos en este momento de Jesucristo Súper Estrella en el Centro Cultural Teatro 1 de Ciudad de México, es histórica. Estamos hablando de una obra memorable, de un espectáculo que será recordado por varias generaciones, de algo que difícilmente se repetirá. ¿Por qué? Porque Jesucristo Súper Estrella es el lugar común más lugar común de todos los lugares comunes. La hemos visto mil veces, legal o ilegalmente, hasta en la parroquia de la esquina. ¿Entonces? ¿Cómo es posible que le escriba con tanto entusiasmo de un espectáculo que muchos nos sabemos de memoria?
Es posible porque este Jesucristo Súper Estrella no es Jesucristo Súper Estrella. Si usted ya la vio. Cuando esté ahí sentirá que nunca la había visto. Si apenas la va a descubrir, la vivirá como si jamás hubiera oído hablar de este musical. El productor, Alejandro Gou, con la producción ejecutiva de Guillermo Wiechers y la producción creativa de Erik Rubín, reinventó Jesucristo Súper Estrella.
¿Se da cuenta de lo que le estoy diciendo? Alejandro Gou, un productor mexicano, reinventó lo reinventable: a historia mas grande jamás contada. Es como para ponerle un monumento. Es como para presumirlo en los cinco continentes. ¿Qué significa esto? Algo que va a impulsar al espectáculo mexicano de una manera que muchos todavía no alcanzan a comprender, algo que va a poner a nuestro país en el mapa de las más grandes potencias teatrales.
Jesucristo Súper Estrella es uno de los musicales más importantes de todos los tiempos, una obra maestra de Andrew Lloyd Weabber con letras de Tim Rice. ¿Qué tiene de diferente esta versión? Que a los responsables de esta joya se les ocurrió convertirla en una fantasía postapocalíptica con un reparto que supera a cualquier otro que usted haya visto y con un derroche de recursos simplemente fabuloso.
Este Jesucristo Súper Estrella le habla de frente a las audiencias del siglo XXI y sin traicionar la propuesta original de Andrew Lloyd Weabber y Tim Rice, nos habla de los horrores del presente, nos ilumina. ¿Cómo? Con esa música inolvidable colocada perfectamente bien entre las ruinas de nuestra civilización, las tablets, los medios, las redes sociales, la bolsa de valores, nuestra obsesión por ser populares, la realidad virtual y las noticias.
Yo sí lloré. Yo si me estremecí. ¡Y cómo no si tuve enfrente a Beto Cuevas, a Erik Rubín, María José, Leonardo de Lozanne, Kalimba, Yahir y Enrique Guzmán entregándose al rock de una manera sublime!.¡Y cómo no si había decenas de cantantes, de músicos y de bailarines más en un escenario que hubiera sido la envidia de Ridley Scott en Blade Runner, con un vestuario que ya lo hubieran querido en Mad Max y con mil acientos más! Nick Evans el director galés de esta versión que incluye la famosa y fabulosa traducción de Julissa, es un genio.
Algo me dice que The Really Useful Group, la compañía de Lloyd Webber, va a tomar elementos de aquí para incorporarlos a la franquicia para la celebración de los 50 años del estreno de este clásico.
¿Ahora entiende cuando le digo que esto es histórico? Por lo que más quiera luche por verlo ya. Su vida cambiará. Se lo juro.